Un plumilla de poca monta al que le pagan por juntar letras. Aunque se autodenomine ciudadano del mundo, su defensa por su Murcia natal, sus gentes, y su relajado estilo de vida, raya el nacionalismo más fanático. Cuidado: su sentido del humor puede corroer la sensibilidad de quien se atreva a tomárselo muy en serio
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